domingo, 26 de mayo de 2019

El IgluScope brasileño



Glauber Rocha escribió en su Revisión crítica del cine brasileño: "Si el cine bahiano no existiera, Roberto Pires lo habría inventado". Y así fue. Pires se lo inventó. Sin equipos, sin laboratorios, sin técnicos... Desde los once años andaba ensayando con una cámara de 16mm. Rueda con ella dos cortometrajes amateur: Sonho y Calcanhar de Aquiles. Con diecinueve años, tras asistir a un pase de The Robe (La túnica sagrada, Henry Koster 1953), se cuela en la cabina del cine donde se proyecta, estudia la óptica del proyector, se hace con unos fotogramas de la copia y diseña sus propios objetivos anamórficos para rodar su primer largometraje, Redenção (Roberto Pires, 1959). La proeza le lleva tres años de lecturas del Readers’ Digest y manuales de óptica, ensayos y proyecciones en la Asociación de Empleados del Comercio de Bahía a fin de conseguir fondos de los plantadores de cacao y café para llevar adelante el proyecto.


Como la productora que ha creado con Oscar Santana se llamaba Iglu Filmes, bautizan la óptica con el nombre de IgluScope. Se trata de “un cilindro de 16 centímetros de diámetro equipado con un par de lentes. Acoplado a una cámara tradicional, permitía captar imágenes con unas dimensiones semejantes a las obtenidas mediante el CinemaScope”. [Eron Rezende: "Cenas de uma aventura”, 2011.]


Redenção  se estrena el 6 de marzo de 1959 en el cine Guarany de Bahía. Se forman grandes colas de espectadores ansiosos de ver su ciudad en la pantalla, los ediles se ponen medallas, cuanto cineclubista hay en la ciudad está allí... Pero no Roberto Pires. Cuando le preguntan por la causa de su ausencia contesta que ya tenía la película muy vista y que esa misma noche se estrenaba una que le apetecía mucho ver. Una serie B estadounidense, probablemente, que fueron el germen de su pasión por el medio.

Con las colas de Redenção rueda Glauber Rocha su primer cortometraje, Pátio (1959).

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