domingo, 24 de junio de 2018

Bardem en Dyaliscope

Jacqueline (Corinne Marchand), vedette de la compañía de revista de don Jerónimo (José Franco), se ve obligada a quedarse temporalmente en un vetusto pueblo castellano debido a un ataque de apendicitis. La atiende don Enrique (Antonio Casas), el médico local. El círculo de amistades de Julia (Julia Gutiérrez Caba), su mujer, se reduce a las beatas locales. Completa el cuadro protagonístico de Nunca pasa nada / Un femme est passée (Juan Antonio Bardem, 1963), Juan (Jean-Pierre Cassel), que da clases particulares de francés a Enriquito, el hijo del matrimonio.

Abrumado por una vida matrimonial y profesional frustrante, Enrique ve en Jacqueline el último tren para salir de la abulia y la retiene con la excusa de la convalecencia. Pero igualmente fracasadas han resultado las ilusiones de Julia, que de soltera incluso soñó con ser actriz. Y las de Juan, reducido a dar clases a una partida de mocosos que terminarán convirtiéndose en gentes como sus padres.

Julia, Enrique, Juan… son víctimas de este enclaustramiento físico y emocional que les impide expresar libremente cualquier sentimiento. Bardem aprovecha su primera incursión en la pantalla ancha –con las lentes anamórficas francesas Dyaliscope, gracias a la coproducción- para retratar a los personajes en su entorno, reforzando esta estrategia mediante el empleo sistemático del plano-secuencia.


El otro logro de orden técnico -habitualmente silenciado y harto insólito en el cine español de la época- es la utilización del sonido directo en las escenas en las que Jean-Pierre Cassel no está doblado.

Si bien el cuadro de la hipocresía y el chismorreo provincianos remiten evidentemente a Calle Mayor (Juan Antonio Bardem, 1956), Medina del Zarzal, con su yugo y sus flechas a la entrada es sinécdoque de una España sojuzgada por el emblema y en la que, en efecto, "nunca pasa nada". Aparte de Juan, el único que habla francés en el pueblo es un viejo republicano que cruzó los Pirineos en 1939 y terminó en un campo de concentración custodiado por senegaleses. Eso es lo que recuerda de Francia y el nombre de algún político ultraderechista de la época que Jacqueline no conoce.

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