El gladiador invencible / Il gladiatore invincibile (Alberto De Martino y Antonio Momplet, 1961) es la primera producción en colaboración con Italia rodada mediante el sistema Techniscope, a la que seguirían en los primeros años: Los siete espartanos / I sette gladiatori (Pedro Lazaga, 1962). Fin de semana (Pedro Lazaga, 1962) —aunque en algunos carteles figura el logotipo de CinemaScope, otros lo suprimen, en los títulos de cabecera no se menciona el procedimiento y en ciertas bases de datos aparece como rodada en Techniscope—, Sandokán, el magnífico / Sandokan, la tigre di Mompracem (Umberto Lenzi, 1964), Los invencibles / Gli invincibili sette (Alberto De Martino, 1964) —en cuya publicidad desaparece la "h" del Techniscope—, Pedro el cruel / Sfida al re di Castiglia (Ferdinando Baldi, 1964), Donde tú estés / Un amore e un addio / Le desir (Germán Lorente, 1964), Soraya, reina del desierto / Anthar l'invincibile (Antonio Margheriti, 1964), El hombre de la diligencia / La furia degli Apache (José María Elorrieta, 1964), Los cien caballeros / I cento cavalieri (Vittorio Cottafavi, 1964), Dos chicas locas, locas (Pedro Lazaga, 1964), Pistoleros de Arizona (Alfonso Balcázar, 1965)... Peplum, cine histórico, western mediterráneo, pero también musicales juevniles, comedias desarrollistas o melodramas turísticos. Hasta 1973 —año del principio del fin del filón coproductor— se ruedan casi cuatrocientos en Techniscope en los que por alguna parte figura la nacionalidad española. En el mismo periodo la filmografía nacional en CinemaScope apenas alcanza la décima parte de esta cifra.
Como no es frecuente encontrar opiniones autorizadas sobre procedimientos concretos nos detendremos en la entrevista que Francisco Llinás le hace al director de fotografía Juan Julio Baena a finales de la década de los ochenta. En ella se atribuye la decadencia de la pantalla ancha a la necesidad de amortizar las películas gracias al vídeo y la televisión, y un sí es no es torticeramente se revelan las carencias del Techniscope:
Cuando se trabajaba con el auténtico CinemaScope o con el Panavision había el problema de la profundidad de campo. Pero aquí utilizábamos el sistema italiano éste del Techniscope, en el que ocurría todo lo contrario, porque se utilizaban unos objetivos mucho más angulares, con mayor profundidad. (…) Paradójicamente, para un tamaño de pantalla dos o tres veces superior se disponía de la mitad del negativo, con lo cual se perdía definición, se aumentaba el grano, a los colores les faltaba saturación, había una falta total de pureza cromática. Era un sistema nefasto. [Juan Julio Baena entrevistado por Francisco Llinás, en Directores de fotografía del cine español. Filmoteca Española, Madrid, 1989. pág. 225.]